Asociación Amigos de los Leprosos
RAOUL FOLLEREAU
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Qué es la lepra
La lepra es una enfermedad infecciosa, contagiosa y de evolución crónica, producida por la multiplicación en el organismo humano de un microbio cercano al bacilo de la tuberculosis:
el bacilo de la lepra o Microbacterium leprae.
Descubierto en 1873 por el médico noruego A. Hansen, también se le denomina bacilo de Hansen o B.N.
La lepra tuberculoide se manifiesta por manchas en la piel, o más frecuentemente placas, generalmente únicas o en número reducido. Las manchas tienen bordes bien definidos. Su superficie está seca, su textura es irregular y son de un color rosado o cobrizo. Los enfermos sufren de alopecia y/o de pérdida progresiva de la sensibilidad al tacto, la temperatura y el dolor. Se pueden observar nervios periféricos inflamados en las cercanías de la lesión.
La lepra lepramatosa se manifiesta por manchas de color brillante, difíciles de definir en sus bordes, que se extienden por todo el cuerpo. En su comienzo no produce alteraciones de la sensibilidad, aunque en un grado avanzado provoca la amputación espontánea de los miembros extremos: dedos de las manos y de los pies y, en el rostro, de cejas, pestañas, nariz y orejas, lo que constituye la facies leonina (cara leonina).
La lepra borderline (BB) se manifiesta por manchas polimorfas, de bordes poco nítidos, que pueden degenerar en ulceraciones o provocar la aparición de nuevas manchas. Las lesiones pueden extenderse a cara, manos y pies.
Existen también reacciones leprosas, caracterizadas por episodios de inflamación aguda.
Todavía no se conoce cómo se transmite el bacilo de Hansen.
Algunas condiciones favorecen su propagación: hábitat insano, carencias alimentarias, higiene insuficiente y debilitación del organismo por parásitos y otras enfermedades.
La transmisión se produce por contacto continuo con el enfermo aunque, para infectarse, el organismo receptor debe estar debilitado inmunológicamente.
La Diamino Difenil Sulfota (DDS) o sulfona madre, empleada desde 1951, ha permitido tratar con éxito a centenares de miles de leprosos.
Es una medicina que se admi nistra por vía oral y que es bien tolerada por el enfermo. La duración del tratamiento varía en función del tipo de lepra:
Entre tres y cinco años para la lepra tuberculoide y toda la vida para la lepromatosa.
Si el tratamiento se interrumpe por algún motivo, la lepra reaparece después de varios años y el bacilo se hace resistente a la DDS, por lo que actualmente se recomienda empezar el tratamiento administrando una triple asociación de antibióticos (Clofazimina, Rifampicina y la Dapsona).
Si el tratamiento no ha comenzado a tiempo o se ha interrumplido, aparecen las lesiones tróficas.
Para remediarlas, hay que acudir a la cirugía.